miércoles, octubre 22, 2008

Determinismo puerilajedrecístico

Todos los que conozco creen que Cancún es el paraíso terrenal hasta que vienen a Cancún y descubren la gran mierda que es este sitio. La gran mierda que los empresarios turísticos han hecho de él. Soy una persona civilizada, aunque nunca iba a los museos de la ciudad de México me gustaba vivir en una ciudad con museos, me gustaba saber que ahí estaban y que yo podía ir cuando así lo deseara. Aquí no voy a los museos porque no hay y no voy a la biblioteca porque me recuerda a la de mi secundaria. Si volteó al cielo veo los zopilotes acechando mi muerte intelectual. Tal vez sería lo mejor, tal vez sea un proceso inevitable, producto de tanta indolencia, de los años que tiré por la ventana, de las horas que quemé en forma de cigarrillos de mariguana, de las clases matadas en compañía de una caguama en el departamento de Copilco. Uno se arrepiente cuando el camino le ha fallado y no hay vuelta atrás. Así como una mala apertura puede llevar a la derrota en el ajedrez, la infancia es destino, los peones no regresan a su posición de salida y hoy que llueve y es de mañana y estoy en el paraíso terrenal, siento que la vida me ha pastoreado.

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