lunes, febrero 16, 2009

NO ES CIERTO!

Siempre en la calle sucede lo mismo, pensamientos en ebullición, burbujeantes en mi cerebro, un alka seltzer de ideas posibles en la escritura no en la calle, no en el mundo real de allá afuera tan irreal como el de adentro. Hay que correr, encontrar el lugar y el silencio adecuado para vaciarlo. Siempre sucede, llegar, encender la computadora, estrenar la hoja y regresa el pasmo, al silencio, al olvido de las maravillosas ideas que no me dejaban andar con seguridad por la banqueta. La película no comenzó y las cortinas cayeron. ¿Fue así o me dormí? ¿Dónde estuve todo este tiempo?
Cancún es como un laberinto. Las calles dan vuelta siempre en sinuosas herraduras que desembocan en avenidas igualmente enredadas unas con otras en un desorden abrumador. Quizá quienes planearon la ciudad pensaron en mantener algo del espíritu caótico de la selva que destruyeron para construir esto, esta mancha urbana que es como una dermatitis, una calva de escamas resecas en el cuero cabelludo del planeta, un eczema. La época de huracanes terminó hace meses. La esperanza de que un meteoro como Wilma borre esta aberración no se renovará sino hasta julio o agosto, mientras tanto hay que aguantar, hacer uno como que hace algo, no dejarse caer del todo.
Salgo de nuevo, camino las dos calles hasta la tienda y compro un litro de cerveza, una caguama. Esta vez me decido por la Corona ya que la Victoria no logro terminármela desde que le agregaron 20 o 30% más. Pienso en mi querido Pessoa, recuerdo su imagen como si hubiese sido mía, como si yo lo hubiera visto cruzar la calle, entrar al bar, beber un aguardiente barato, paliar así la soledad que el padecía y yo no, y yo sí. Hay poetas que te poseen como espíritus malignos, hay seres así.
No hay amabilidad en el tipo que recibe mis dos monedas de diez pesos. Pienso que está muerto. Es el dueño de la tienda y la tienda es horrible, hay un gran ventilador al fondo, unas computadoras viejas en renta, gente sentada que no habla entre sí, lo de siempre, pero habla con gente desconocida a miles de kilómetros. No hay amabilidad ni gratitud por mi compra, como decía, recibe las monedas, tampoco digo nada, tomo mi botella y vuelvo a casa. Pienso en escribir.
Cuando yo escriba mi novela no habrá sino campanas en mis oídos, no habrá sino estruendosos golpes sobre el teclado, explosiones y firmes muros de letras cayendo sobre una población aterrada, edificios de párrafos que la voz convertirá en escombros, nada de selvas, ni de aves ni principios ni finales ni estaciones ni tiempo, sólo un largo tren hacia la nada, al silencio.
Pienso que ni siquiera tengo la lucidez necesaria para volverme loco. Siempre que mi mente comienza a desintoxicarse corro en busca de alcohol, de cannabis, de valium, de antihistamínicos, de medicinas contra el dolor. Es parecido a encender la televisión pero un poco menos. Pretextos, hipócritas justificaciones, me gusta estar drogado, me gusta no ser quien soy.
EL teléfono ya no suena y está bien, los que corren emocionados a contestar una llamada como si fuera Dios en persona me parecen seres despreciables y estúpidos como adolescentes de quince años. Tampoco hablo con nadie, en el fondo de mi corazón no hay nadie, nada, ninguna voz que extrañe, en el fondo de mi corazón hay herrumbre y la basura dejada en un local comercial vacío. En el fondo de mi corazón no duermen ni los desamparados.
Me siento y escribo esto mientras recuerdo rostros. Es curioso como a veces la vida entera se reduce a un puñado de rostros deformados, los asientos de la memoria. Si muriera ahora no sé qué clase de película pasaría frente a mí simulando ser mi vida. ¿Será verdad eso? ¿Antes de morir ves toda tu vida como si al despeñarte al acantilado resultase interesante ver el camino que dejaste atrás?

Para evitar confundirse lo mejor es evitar la televisión

Estoy convencido que esa teoría ampliamente difundida que muestra a la Tierra como el escenario de una constante y encarnizada lucha por la supervivencia es una gran mentira. Cada día estoy más convencido de que la tierra es un lugar apacible donde pasar un buen rato. No somos sino un chispazo, un instante brevísimo en la historia del cosmos y al mismo tiempo somos parte de ese mismo cosmos eterno y pulsante que flota sobre la mano de un dios que es más que una mano y que escapa al precario entendimiento de la dimensión que habitamos. No hay conciencia ni ciencia ni arte ni doctrina ni religión que se acerque siquiera un poco a dios y sin embargo toda ciencia o conciencia o arte o doctrina o religión o palabra es parte de ese dios infinito. Yo no creo en dios, es decir, no creo en él como un gran ojo evaluando nuestras acciones y una gran oreja ávida de súplicas, no creo en un dios intervencionista, como diría Nick Cave, no creo en el dios idea, la idea de dios es por definición una idea idiota, no creo en el dios oveja ni en el dios barbacoa ávido de inmolarse por nuestros pecados.
“Barbacoa de dios que quitas el pecado del mundo ten piedad de mí”.
La teoría ampliamente difundida que muestra a la Tierra como el escenario de una constante y encarnizada lucha por la supervivencia ni siquiera es una teoría, es una idea capitalista esparcida por una corporación mediática que controla varios canales de televisión como el discovery channel o animal planet. Es en realidad una misma cosa con varios tentáculos, el Zeitgeist. Han creado aberraciones tales como el cazador de cocodrilos que seguro ahora reencarnó en cocodrilo y tendrá también un güey que lo esté chingando. Y han inventado también esta noción del planeta voraz, insaciable, predatorio. Lo único realmente predatorio en este mundo somos nosotros, unos monos rosados muy acelerados y hedonistas a más no poder.
Los únicos que pueden ver la grandeza de la raza humana son los integrantes de la misma raza humana, nos autocontemplamos, somos monos narcisistas; todos nuestros crímenes contra el universo los hemos justificado con la superioridad que nosotros mismos creamos y nos creimos. Soy el último hijo de una era pasada y he llegado tarde a todas partes.

Do you realize?

¿Te has dado cuenta que tienes el rostro más hermoso del mundo?
¿Te has dado cuenta de que cada una de las personas que conoces un día morirá?
¿Has notado que la felicidad puede hacerte llorar?
¿Has hecho conciencia de que flotamos en el espacio?

¿Te das cuenta que cada una de las personas que conoces un día morirá?

Y en lugar de darles todas tus despedidas
mejor hazles saber que te das cuenta que el tiempo va de prisa
que es difícil hacer que las cosas buenas perduren
que algo que cae, hacia arriba o hacia abajo, es sólo una ilusión provocada por el mundo que gira

Te das cuenta
¿Te das cuenta que tienes el rostro más hermoso del mundo?

Doppelgänger

mujer el mundo está amueblado por tus ojos
se hace más alto el cielo en tu presencia


Han visto a mi doble
desprendido del espejo
repetidamente por los caminos que caminaste,
en tu tierra natal,
mi doble desconocido espía la esquina
desde donde se ve la que siempre será tu casa,
habitada ahora por voces extrañas
y ancianas con gatos negros.

Han visto a mi doble desconocido
ser atropellado, realizar piruetas,
saltar desde el tercer piso en llamas,
conducir autos deportivos,
lo han oído silbar una melodía
y cantar a ratos: “todo lo cura el tiempo
menos las enfermedades incurables,
eres como el sida,
rimado con lujuria y partida”.

Mi doble te ha dicho en cartas:
“mujer, yo te asfalté por dentro,
te dejé lista para que un tren bala circulara por tus entrañas,
con mis puños raspe tus paredes,
con mis lágrimas regué tus lechos marinos,
tus lechos secos
con leche”.

Han visto a mi doble desconocido
a años luz del espejo madre
que lo parió a la vida,
el corazón de mi doble desconocido
es de talco,
lo he visto por el rabillo del ojo,
lo han visto por los caminos que caminaste,
lo han visto en los baños escribir con mierda
tu nombre,
lo han visto durmiendo en las banquetas,
afuera de la cantina del infierno
vomitado de pies a cabeza.

He pensado tantas veces en dejarlo suplantarme.

Han visto a mi doble desconocido
repetidamente
pero nadie me ha vuelto a ver a mí.

viernes, febrero 13, 2009

México, país de legalidad

Un guardia de seguridad juega con su macana muy cerca de mí. Me da un poco de gracia, nada en él parece amenazante, salvo la idea de que es un guardia que juega con su macana en un centro comercial que por las tardes se llena de adolescentes.
Lo estoy logrando, lentamente me voy convirtiendo en un fantasma de mí mismo (porque si uno se esfuerza puede también volverse el fantasma de alguien más, pero es más difícil). Poco a poco voy desapareciendo de las listas de contactos, del recuerdo de la gente que conocí, de las agendas. Tal vez lo que aquí vierto será un día la única pista para hallar mis restos mortales. No puedo quejarme, ha sido una buena vida, ha habido un poco de todo. Mi mujer es la única que permanece a mi lado incondicionalmente, por ahora. Los años se van acortando, no me aferro a nada, mis sueños están guardados en baúles de palabras ilegibles, inconexas, sin terminar. Nada me impulsa, sólo la inercia me arroja de la cama, a veces un poco de vergüenza, eso no he logrado vencerlo, cierta culpa de existir como una lombriz aferrada al intestino de otro animal más grande. Todo hubiese estado mejor si no fuera tan antisocial, si la gente no me inspirara tanto miedo y desconfianza. Bla, bla, bla, buuuh, buuuh, buuuh, snif snif.
En otras cosas, esta semana arrestaron a un amigo por atropellar a una viejita con una camioneta de su trabajo, en realidad no la atropelló, sólo le dio un rozón que la hizo girar sobre su eje y caer lastimándose un hombro, unas cuantas horas de hospital y el susto. Mi amigo pasó cuarenta y ocho horas incomunicado en los separos de Cancún en una celda pequeña donde había otros 20 tipos, unos eran criminales de verdad, otros estaban igual de espantados y desorientados que mi amigo. Cuarenta y ocho horas en manos de otros criminales con uniforme, aterrado y sometido a maltratos psicológicos y físicos, dormitando a ratos a lado de un retrete sobre el piso húmedo y fétido, cuarenta y ocho horas más otras que pasó con los de tránsito más otras de traslado y trámites. Cuando lo vi de nuevo tenía los ojos llorosos, el rostro desencajado y se veía más delgado de lo que de por sí es. No podía hablar. No sé si le levantaron cargos, sólo sé que el hospedaje sin comidas le salió como en setenta mil pesos, parte fue para la viejita, que tiene ochenta y seis años, ¡carajo! a esa edad ni siquiera tendría que salir de su casa, y otra parte fueron por el hospedaje y propinas. (Mientras escribo viene a mi mente lo que leí en el mostrador de un negocio de envoltura de regalos: un perdedor siempre se queja, no ofrece soluciones, es parte del problema). El punto de todo esto es lo que ya se sabe: el sistema judicial y político está hecho para que sean los más jodidos los que van a la cárcel, para que los policías puedan extorsionar a sus víctimas, es decir a todos, para que los gangsters del derecho saquen su buena parte también y para que los políticos hagan proselitismo, por ejemplo en la carretera, un anuncio espectacular pagado por el partido verde ecologista que dice: "porque nos interesa tu vida: pena de muerte para asesinos y secuestradores": Terror, terror y más terror.
Casualmente durante los días que mi amigo estuvo privado de su libertad arraigaron por complicidad con el crimen organizado al Vikingo, el jefe de la seguridad pública de Cancún. No es ninguna sorpresa. Si arrestan a todos los criminales quién nos va a proteger, quién hará los arrestos. No voy a proponer una solución. Ya he dicho aquí tantas veces que no amo mi patria, que me avergüenzo muchas veces del país, que me avergüenzo del género humano, que más valdría destruir el mundo entero y no hacer otro. Y aunque hay días que quiero ser positivo, cada mañana la voz de un muerto dentro de mí me da los buenos días: "Bienvenido, Bob, bienvenido al asqueroso mundo de los adultos".