sábado, junio 28, 2008

Saludos

A todas las amigas y amigos que siguen este blog muchas gracias por sus comentarios, sus opiniones y por el tiempo que dedican a este mamotreto. Olivia, mi corazón de España, espero que pronto me visites en Cancún, ¡brinca el charco! Sonámbulo, sí, habrá fiesta y estás invitado. Amiga Evolución Aire, saludos y besos hasta la montaña desde la ciénega.
Cada minuto desaparece un pedazo de la selva del Amazonas y queda muy poco de la selva Lacandona. Los árboles debieran ser sagrados y debiera aplicarse la pena de muerte al que mate un árbol, ahora que yo sea rey las cosas van a cambiar bastante por aquí.

Bitacora del torrero (no fechado)

A Mauricio Montiel Figueiras

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Este no es el mundo en que crecí, este no es el mundo que solía llamar hogar. Esta es la pendiente de la vida, la muerte reclamando su terreno, esta es la época oscura, éste es el fin. Mi trabajo es contemplarlo, esperarlo.
Ayer por la noche las mujeres del pueblo salieron a la calle golpeando las sartenes contra las ollas, las cucharas contra las ollas, las palas contra las ollas. El viento trajo el griterío que recorrió los dos kilómetros a la costa y me despertó. La mujer a mi lado dormía profundamente y no pareció importarle, apenas lo notó, balbuceo un nombre y se recostó bocabajo. Sentado en el borde de la cama jalé las cobijas y le descubrí el trasero, era un lindo culo.
La mandó la central, yo no sabía que hacer cuando la vi bajar del bote mensajero, nadie me había advertido y aunque desde hacía varios meses que solicitaba explícitamente en mis cartas que no enviaran más este servicio, algo en la frialdad de mis líneas dejó traslucir un desequilibro incipiente y no había otra forma que prevenirlo o verificarlo que con una puta espía: el razonamiento vertical y torpe de la compañía.

Era curioso, porque hasta donde sé nunca he tenido impulsos asesinos, sin embargo mientras subíamos al faro para mostrarle la vista del mar y la bahía de rocas tuve un pensamiento invasivo: y si la arrojara por el cilindro que se forma al centro de la escalera de caracol, sólo era una puta que yo no deseaba conocer, una bolsa extractora de semen, un receptáculo de lascivia acumulada, un trapo; largas erecciones solitarias sin reclamo pedían ejecutar un acto irracional y caprichoso, sólo podía pensar que sería divertido: un gratuito acto de libertad.
El contrato estipulaba que dos veces al mes podíamos gozar de este “servicio”. Llegaba de todo, algunas bastante viejas, otras tullidas, otras marcadas de viruela, algunas sólo tenían energías suficientes para sentarse en la silla y lloriquear sus infortunios, sus familias infernales, las marcas de violencia, los abortos mal hechos, el maltrato de los padrotes de la compañía, varias veces les perdonaba el servicio pero cuando les decía que tenían que irse a dormir al almacén del sótano ponían cara de espanto y de haber sido defraudadas, entonces se ponían melosas, arreglaban un poco el cuarto, lavaban trastos inservibles de tanto salitre acumulado durante decenios, se dejaban hacer cualquier cosa con tal de dormir en mi cama que, aunque mala, era mejor que el helado y húmedo cuarto del almacén, con su olor a arenques y alga seca pegada con sal en cada rincón, las ratas cuchicheando en cada caja, en la mesa que servía también de cama de visitas inesperadas, el olor a rancio a amoniaco y ácido acético.
A nadie le importaba un pito el destino de estas pobres mujeres, lo mismo que nosotros los que pasamos en la torre largos años soñando con volver al hogar de la infancia primero y con reunir el valor suficiente para saltar de la torre y alimentar a los arenques con los sesos, después. A veces a algún torrero se le había ido la mano con alguna y cuando llegaba el barco y los tripulantes veían el triste estado de la mujer, preferían arrogarla al mar en el camino de regreso con unas buenas cadenas atadas a los tobillos. Algunas ni siquiera oponían resistencia. Por fortuna esto no sucedía demasiado, sólo con algunos tipos de carácter más frágil que la compañía no detectaba oportunamente. La policía sabía todo e incluso a veces de las galeras sacaban a alguna puta que daba problemas y la enviaban acá con la esperanza de que no volviera nunca a tierra. Si moría, la compañía daba alguna propina al jefe y este se ocupaba de la versión oficial y el papeleo que por lo general a nadie le importaba, no había familia que reclamara el extravío de la hija, nada, cerillas para apagar el fuego de la soledad del torrero.
No pareció provocarle emoción alguna la vista desde el faro, se ofreció a cocinar algo para la cena y me di a la tarea de mostrarle los rudimentos de nuestra cocina.

El lodo del pasado y la pátina del tiempo

26/06/2008

Los años se diluyen, se abren zanjas en el tiempo como surcos en la piel, los días se deshebran, nos morimos. Hoy lloré como sirvienta escuchando a Marco Antonio Solís: esa canción que dice que “no hay nada más difícil que vivir sin ti”; es un poco vergonzoso pero la verdad es que me trajo un recuerdo feliz, allá en la memoria y triste de este lado del tiempo: un rostro hermoso, mil mañanas felices, tantos futuros por cada instante, todo perdido para siempre. Empero, no sé ya qué parte del recuerdo fue real allá atrás y qué parte es sólo la pátina del tiempo deforme que embellece a veces las cosas y les da un aire de belleza antigua, un brillo que dice que todo tiempo pasado fue mejor, subrayemos el “fue”.

Mi problema no es depresión, no ese desequilibrio neuronal, not my lack of serotonin, mi problema es una sensibilidad exacerbada, enfermiza, una llaga, una pústula abierta, la conciencia; las drogas y la sertralina la apaciguan, la opacan. Hace varios días que no tomo mi dosis de sertralina ni fumo y ando como quinceañera llorándole a todo: veo un bebé y lloro, una pareja feliz y lloro, escucho una canción y lloro: recuerdo luego mi infancia, mi juventud primera, todo nitidez y llanto, todo mariconería y añoranza. Durante mi estancia en la India me entrevisté con el maharishi Sumit Rasbrandanuptri y nuestra conversación versó en aquello de que “más vale no remover el lodo del pasado”; ni hablar, hoy mismo voy a comprarme mis drogas.

Acerca del arte de pelar una piña

Lo que más le gusta al ser humano es echar la hueva, nada le es más ajeno que el trabajo. Uno no buscaría esclavizar al resto de la humanidad si no fuera por nuestra natural tendencia a huevonear. La tecnología nos facilitó la masticación mentos, el transporte, la carga, la caza, el baño entre otras miles de cosas, siempre hacer más con menos —lo mismo que el agua (lo que me da para pensar que si existe un “Dios” debe ser también un gran huevón) que sólo se desliza o se estanca.
La licuadora, por ejemplo, es un gran invento, muele en unos segundos lo que con un instrumento más rudimentario como un mortero o un molcajete podría tomarnos mucho más tiempo. Sin embargo la piña es uno de esos productos que se han resistido. No existe un método rápido ni una máquina que pele una piña y le retire los ojos, hay que ir de uno por uno… Ya, eso es todo, no hay moraleja… se trata de escribir, ¿no?

Pon en tu plato muchos colores
No persigas lo inalcanzable
Ni vayas tras lo que se fue
No intentes cambiar el mundo
Que no nos caen bien los redentores

sábado, junio 14, 2008

Ausencia

Resulta que una vieja amiga se tituló de licenciatura, enhorabuena, bien por ella, sin embargo no asistí a su evento de titulación, entre otras cosas porque nos hemos distanciado mucho y algunas de las personas invitadas a la ceremonia no me resultan gratas, así que no quise arriesgarme a encontrarlas. Pero mi padre fue en mi representación. Y es de esto de lo que quiero hablar, de mi padre y la opinión que le merece el lugar que durante más de cuatro años fue mi escuela.
Hoy, durante el desayuno resumió sus opiniones diciendo que la Facultad de Filosofía y Letras le parecía una fábrica de fracasados. Le causó una onda impresión ver a tantos jóvenes desperdiciados, jodidos, con la mirada perdida, desaliñados, etcétera. Por un momento pasó por mi mente la idea de defender a mi alma mater, pero cómo defender a ese dinosaurio, cómo defender a esa escuela de zombies, cómo defenderla. Recordé todos los años perdidos entre malos libros y aulas donde otro fumeta fracasado intentaba ganarse unos pesos para llenar la tripa. Ahora que recuerdo aquellos días me pregunto cómo es que logré sobrevivir, cómo escapé. No lo sé pero aquí sigo, medio vivo, medio sano, escribiendo más que la mayoría de mis viejos compañeros de escuela que sí terminaron la escuela. Ahora que miro atrás recuerdo ese ambiente saturado de sueños sin fondo y humo de cigarrillo, un sudor frío me recorre la espina. No, no me arrepiento de nada, aunque abajo diga que sí, que me arrepiento, la verdad es que no, de nada, ni siquiera de haber conocido a esa mujer hermosa que me partió el alma en dos, no me arrepiento de nada. Todo está más calmado hoy, por mi parte, para quien le interese, el día tres del mes que viene yo también me titulo como chef internacional, lo que sea que esto quiera decir, pero es algo, es algo concreto, un entrenamiento que sirve para hacer algo. La vida sigue. Mis muertos ya están enterrados y hace mucho que dejé de ir a visitarlos. En cierta forma he ganado el silencio.

jueves, junio 12, 2008

UXMAL


"Tres veces edificado"
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domingo, junio 01, 2008

Puuc


...todo por dentro está hecho de piedra, dice en algún lugar Bob Dylan
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The trees, those useless trees,
produce the air that I´m breathing.
The trees, those useless trees...
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