miércoles, mayo 11, 2005

Vida de oficina

Trabajar. Así que de esto se trataba. Todas las mañanas me despierto a las 5:15 de la mañana, aún de noche; me baño, me visto, combino la corbata con la camisa y el saco, hago el nudo cuidadosamente y casi siempre salgo sin desayunar. Por lo general soy el primero en mi área, de hecho siempre soy el primero en llegar, a veces están limpiando los baños. Conozco a poca gente y sólo le hablo a Karla porque entré a trabajar aquí con ella, a Paco porque está a mi izquierda y me está enseñando y a Mary porque es mi jefa y la aprecio mucho. Ayer la chica del cubículo de enfrente, la de las nalgas bonitas, me sonrió, apenas, con un poco de timidez y casi sorprendida ella misma como si la sonrisa se le hubiese trepado a fuerza en el rostro: la traigo muerta.
Por lo general no tengo mucho qué hacer y la dificultad reside en que no se note mucho, en parecer siempre ocupado. Salir de la oficina no representa para mí un alivio, la verdad es que allá afuera la vida se ha vuelto un poco aburrida, muy aburrida para ser justos. Mis amigos han ido desapareciendo.
Desde aquí parece que seguiré solo, que seguiré extrañándote, que tu vida seguirá su curso y la mía seguira creyendo que se fue contigo y te le escapaste, es complicado acostumbrarse a vivir sin ti, sin tu aliento, sin tu sueño profundo de la mañana, sin tu sexo, sin sexo para ser exactos, en fin, es lo que hay diría Olivia y siempre podría ser peor, como en la pesadilla de anoche. Me desperté lleno de miedo a la una de la madrugada, había soñado que era perseguido por un crímen que yo no había cometido, un homicidio. Desperté porque dentro del sueño quise despertar y ahora que lo pienso despertar de un sueño por voluntad propia es una de las pruebas más claras de la realidad del sueño, sé que no puedo explicar ahora esta idea pero sé que es buena, la realidad como un sueño del que no podemos despertar (leer La noche boca arriba de Cortázar). Abrí un poco la ventana y fumé un cigarro. Sentí el alivio de mi vida aburrida, de mis nuevas rutinas y supe que no todo era tan malo, por un momento en la madrugada tuve la desmañanada creencia de que había esperanza. Dime, ¿hay esperanza?
Te quiere mucho mucho,
G.

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