lunes, mayo 23, 2005

Deshechos de oficina

Hace tiempo que no voy al cine. Será que me he cansado de ir solo o será que me he cansado del cine en general, de la vida en general, de varias cosas que antes disfrutaba, en general. Estoy llorando el ser que vivo. Pinche vieja cómo te extraño, si tan solo tuvieras una idea aproximada de tantas horas que te he recordado sin esperanza, como recuerda un náufrago la nave que lo perdió, allá en el fondo silencioso de nuestras playas. ¿Por cierto, qué has hecho de nuestras playas? Hoy promete ser otro día gris, tal vez un poco de lluvia hoy más tarde nos refresque; no pienso más que en dormir una siesta larga y si pudiera yo dormir una siesta larga muy larga y no despertar más, también la dormiría. Casi todos mis afectos están muertos, la vida insípida y tener que seguir, sin fe, sin creencias, como un autómata. Odio, mujer, tu nombre. Estás en todos lados, en cada frase, pero ya no estás conmigo y tengo miedo de que vuelvas con armas nuevas a este sitio que siempre termina abriéndote las puertas, dejar caer el puente, recibirte con fiestas y al mismo tiempo, oh, torpes paradojas, tu regreso a veces se parece tanto a una última esperanza, a un deseo póstumo.

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