viernes, mayo 15, 2009

15052009

Hoy en Cancún hace mucho calor. Dormí hasta tarde con el ventilador prendido, apuntándome. Soñé que mi padre llamaba y me preguntaba por el clima.
-¿Hay mucho viento?- preguntaba
- No, está muy tranquilo, muy bien para venir a la playa -le respondía yo entre risas porque mientras lo decía veía como el viento despedazaba varias sombrillas entre ellas la mía.
La última vez que escribí aquí dije que iría a la playa, lo hice y estuvo bien. Para le gente que tiende a la depresión es bueno un poco de sol cada día. Nada peor que la caverna para ponerse triste. La caverna es cuando uno se tira en la cama, cierra las cortinas y pasa en tinieblas la mayor parte del día pensando que la vida no vale nada.
En la playa hay un pequeño bar. Lo atiende una canadiense. Es amable como esperaría uno que fuera una canadiense en el trópico. Es rubia, tiene la piel hecha pedazos por el sol, seguramente tiene menos años de los que aparenta. Aparenta más de 45. Pido una cerveza: Modelo especial esta vez.
Esta es una de esas situaciones en las que se me antoja muchísimo un cigarrillo de tabaco; debe haber una estrecha vinculación en alguna parte de mi laberinto entre playa, cerveza, cigarrillo. Pero no hay cigarrillos y no me animo a pedir uno regalado. Esa y otras cosas más me hace tan extraño, soy demasiado misántropo para andar solo. Ahora que lo pienso no sé cómo lo he logrado cuando he viajado solo, cómo he conseguido conocer gente, debe ser porque la gente es muy sociable, o sólo tengo suerte. Recuerdo una chica indigente en Faro a la que le obsequié el resto de una mariguana que una amiga me había regalado en Pontevedra, la había estado mirando recoger colillas del piso, juntando el poco hachís que pudiera quedar entre el papelillo humedecido y el tabaco, platicamos poco, ella pensaba que acá era mucho mejor que ahí. Tenía ese mal de creer que lo peor sucede siempre aquí y ahora. No recuerdo su nombre. No tomé fotos de ella. Al despedirnos me preguntó si podía darme un beso. Por supuesto que no, le dije... no es cierto, nos besamos las mejillas, dos completos desconocidos de dos extremos del mundo. Adios, adios. Nada, no hay magia en la anécdota, cualquier maldito drogadicto querría besar al que le regala droga.
La canadiense parecía aburrirse bastante en el bar. ¡Cómo será el hastío que se desliza por cualquier fisura, que te lo puedes encontrar en cualquier paraíso, natural o artificial!
Luego me fui a nadar un rato. Vi pocos peces pero encontré tres galletas de mar y molesté a un cangrejo blanco, no le hice daño, sólo lo vi cuando intentaba esconderse enterrándose en la arena, lo agarré, le dije con que te querías esconder, eh? luego lo dejé en el lecho y se enterró inmediatamente perdiéndose de vista. Pequeños significados, eso es el mundo, un conjunto infinito de pequeños significados chocando locamente entre sí. O tal vez sea que yo no sé español.




PS. ¿Ya qué?

2 comentarios:

vEra la tanguEra dijo...

¿ya te va a bajar? Tal vez sí, porque hoy recibí la incómoda pero siempre agradecida visita... descarga... Me da la impresion, aunque me he reído de algunas cosas... me dan gracia cuando no hay más que burlarse de sí... para mí eso... ¡vale mucho! me dice que quizá pudiéramos reírnos simultáneamente en múltiples ocasiones en una conversación... no hay como la risa cómplice... disfruto leerte... Te mando buena vibra y unas cachetadas guajoloteras... no sé porqué me parece que las pides a gritos... si no... pues me las quedo por acá, nunca han de sobrar...

vEra la tanguEra dijo...

Agradecida por su comentario... eso de la marihuana me parece genial... no haría falta que me la prescribieran... jijijijiiji... Te puse en mis enlaces así que... ya me quedas al alcance de un click...
buena vibra... y seguimos leyendonos... aburrrrrr!