sábado, agosto 14, 2010

Sin saber por dónde

Comenzar... La ciudad ya no se parece a la que vi hace dos años; la visita relámpago del año pasado no cuenta. Me pierdo siempre entre los nuevos distribuidores viales y las obras en proceso. El clima no podría estar mejor. Ponerse pantalón es de pronto algo nuevo: usar zapatos, chamarra; no usar desodorante. Parece por momentos que en la calle la gente se me queda mirando. Camino con mi perra una hora y no encuentro un solo bote de basura para echar la bolsita con su caca. Cargo la bolsita con caca una hora.
La casa paterna es otra y la misma (sí, lugar común), me gusta, es tan acogedora y calmada, tantas comodidades, tanta televisión, tanta agua caliente, tanto alcohol, tanta cordialidad; me canso pasando los canales hasta que me quedo dormido, como siempre los contenidos son puras pendejadas pero me gusta, me hipnotiza, me dejo idiotizar y luego en la cama recuerdo en su cuerpo otros cuerpos que también habitan los recuerdos de mi cama. Me siento curado y libre. A veces me preocupa no tener casi nada y otras descubro que no tener casi nada es también una forma de tenerlo casi todo, cuando menos en forma de energía potencial... tener, tener, tener... No envidio a mis contemporáneos. Mi perra no tiene nada, sólo me tiene a mí y a pesar de eso es una perra malcriada. La ciudad nos ha sentado bien cuando menos por estos breves días que no alcanzan para todo lo que tenemos que hacer.
Sigo vivo, es una fortuna y una sorpresa, veo el largo camino hasta Australia allá enfrente mientras limpio el barco, aliso mi ropa, no tengo nada, no soy nada, he dejado tanto atrás, he fracasado una y otra vez, soy el hombre más feliz del mundo...
No me interesa más escribir bien, no tengo ganas de revisar esto, allá va la botella, lejos...

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