viernes, septiembre 18, 2009

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desde hace días estoy pensando en escribir algo por todo lo que he deseado escribir en los últimos días y que por falta de tiempo o energías no he escrito.
Murió Lucas, mi amigo, el mejor amigo de mi amigo
no supimos qué clase de veneno lo fulminó
pero era el mejor perro del mundo
venía a saludarme brevemente todas las noches,
brevemente, venía por su palmadita en la cabeza.
Mi amigo Edgar está devastado.
En casa las cosas van bien, el amor tiene sus destellos:
gotas de felicidad, instantáneas del destino a cuentagotas.
El mismo día, el sábado que pasó,
una par de horas antes de recibir la mala noticia de Lucas
(tengo una sonoridad-metafísica-portuguesa que bulle en mi mente)
cuando apenas iba a casa participé sin desearlo en un hecho vial cuando otra caja golpeó por detrás la caja en la que yo venía viajando:
tres horas perdidas.


Ha sido muy duro el trabajo. Dicen que la vida del cocinero es muy parecida a la de las putas:
Tu trabajo comienza a volverse tu vida social, tu vida familiar y tu casa se va convirtiendo en un hotel. Pero sé que pronto encontraré algo mejor, pronto seré el dueño absoluto de mi tiempo,
no más putear.
Nunca en mi vida había trabajado tanto y espero nunca tener que trabajar tanto más adelante, sólo lo suficiente para tener lo que quiero, y cuidarme de esas bombas neumáticas de publicidad que te inflan el quiero.


Esta es una receta muy buena que me pasó mi buen amigo Edgar para una refrescante horchata de avena, muy indicada para mediodías calurosos de domingo en pleno agosto de sequía, como desayuno es muy nutritiva y saciante: En un recipiente colocas 5 cucharadas soperas de avena natural sin tostar y las cubres con 1 taza de agua, lo dejas reposar por 30 ó 60 minutos, luego pasas a la avena con todo y su agua a la licuadora, agregas 2 o 3 cucharadas de azúcar, media lata (175 ml) de leche evaporada carnation, un chorrito de esencia de vainilla (o las semillas de media vaina de vainilla para una ocasión especial), un toque de miel de abeja, 1 taza de agua más y lo mueles a la máxima potencia durante 2 o 3 minutos. Sírvela en una jarra y agrégale hielos, agítala para que se enfríe bien y se aligere un poco con el agua de los hielos. Si sientes que está demasiado espesa agrégale un poco más de agua o endúlzala con miel o más azúcar a tu gusto.

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