viernes, febrero 13, 2009

México, país de legalidad

Un guardia de seguridad juega con su macana muy cerca de mí. Me da un poco de gracia, nada en él parece amenazante, salvo la idea de que es un guardia que juega con su macana en un centro comercial que por las tardes se llena de adolescentes.
Lo estoy logrando, lentamente me voy convirtiendo en un fantasma de mí mismo (porque si uno se esfuerza puede también volverse el fantasma de alguien más, pero es más difícil). Poco a poco voy desapareciendo de las listas de contactos, del recuerdo de la gente que conocí, de las agendas. Tal vez lo que aquí vierto será un día la única pista para hallar mis restos mortales. No puedo quejarme, ha sido una buena vida, ha habido un poco de todo. Mi mujer es la única que permanece a mi lado incondicionalmente, por ahora. Los años se van acortando, no me aferro a nada, mis sueños están guardados en baúles de palabras ilegibles, inconexas, sin terminar. Nada me impulsa, sólo la inercia me arroja de la cama, a veces un poco de vergüenza, eso no he logrado vencerlo, cierta culpa de existir como una lombriz aferrada al intestino de otro animal más grande. Todo hubiese estado mejor si no fuera tan antisocial, si la gente no me inspirara tanto miedo y desconfianza. Bla, bla, bla, buuuh, buuuh, buuuh, snif snif.
En otras cosas, esta semana arrestaron a un amigo por atropellar a una viejita con una camioneta de su trabajo, en realidad no la atropelló, sólo le dio un rozón que la hizo girar sobre su eje y caer lastimándose un hombro, unas cuantas horas de hospital y el susto. Mi amigo pasó cuarenta y ocho horas incomunicado en los separos de Cancún en una celda pequeña donde había otros 20 tipos, unos eran criminales de verdad, otros estaban igual de espantados y desorientados que mi amigo. Cuarenta y ocho horas en manos de otros criminales con uniforme, aterrado y sometido a maltratos psicológicos y físicos, dormitando a ratos a lado de un retrete sobre el piso húmedo y fétido, cuarenta y ocho horas más otras que pasó con los de tránsito más otras de traslado y trámites. Cuando lo vi de nuevo tenía los ojos llorosos, el rostro desencajado y se veía más delgado de lo que de por sí es. No podía hablar. No sé si le levantaron cargos, sólo sé que el hospedaje sin comidas le salió como en setenta mil pesos, parte fue para la viejita, que tiene ochenta y seis años, ¡carajo! a esa edad ni siquiera tendría que salir de su casa, y otra parte fueron por el hospedaje y propinas. (Mientras escribo viene a mi mente lo que leí en el mostrador de un negocio de envoltura de regalos: un perdedor siempre se queja, no ofrece soluciones, es parte del problema). El punto de todo esto es lo que ya se sabe: el sistema judicial y político está hecho para que sean los más jodidos los que van a la cárcel, para que los policías puedan extorsionar a sus víctimas, es decir a todos, para que los gangsters del derecho saquen su buena parte también y para que los políticos hagan proselitismo, por ejemplo en la carretera, un anuncio espectacular pagado por el partido verde ecologista que dice: "porque nos interesa tu vida: pena de muerte para asesinos y secuestradores": Terror, terror y más terror.
Casualmente durante los días que mi amigo estuvo privado de su libertad arraigaron por complicidad con el crimen organizado al Vikingo, el jefe de la seguridad pública de Cancún. No es ninguna sorpresa. Si arrestan a todos los criminales quién nos va a proteger, quién hará los arrestos. No voy a proponer una solución. Ya he dicho aquí tantas veces que no amo mi patria, que me avergüenzo muchas veces del país, que me avergüenzo del género humano, que más valdría destruir el mundo entero y no hacer otro. Y aunque hay días que quiero ser positivo, cada mañana la voz de un muerto dentro de mí me da los buenos días: "Bienvenido, Bob, bienvenido al asqueroso mundo de los adultos".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La vida es fea y luego te mueres... no creo que halla mucho que agregar a eso. Si el mundo no fuera tan gacho, aún así encontrarías de qué quejarte, compañero. Es tu don y ni Maléfica podría quitártelo; además sin él, no serías tan divertido... a veces.

Anónimo dijo...

Sí, eres un pinche Emo, mejor suicídate.