jueves, mayo 29, 2008

Cuatro de la madrugada

La hora más solitaría del planeta, no hay nadie con quien hablar, no se puede llamar a nadie. Internet no funciona las 24 horas del día, no es el seven-eleven de la comunicación humana, no lo es para mí. Hay tantas personas que me gustaría volver a ver, sacarlas de sus tumbas con una pala de tiempo. Para hablar del mundo de este y del que conocimos, para revivirlo con alcohol o sexo.
El mundo de hoy no se parece en nada al mundo en el que crecí, yo tampoco me parezco al que fui. Algo muy malo se hizo conmigo y me jodí un poco por el resto de mis días. Estos y otros pensamientos que uno tiene a estas horas tras dos mil años de cristianismo. En una ciudad de 20 millones de cabezas de ganado, en la más absoluta soledad.

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