sábado, noviembre 12, 2005

fragmento

—No es buena idea viajar con el corazón roto —dijo él y dejó caer la ceniza del cigarrillo en la taza vacía.
Ella respondió que los pacientes con verdaderos males cardiacos lo primero que debían dejar de hacer eran cosas como fumar y beber, y al decirlo abanicaba con la mano el humo suspendido sobre la mesa. Él entonces se clavó dilucidando el sentido metafórico confrontado con el literal de la palabra “corazón”. Y además que “cardiaco” y “del corazón” son cosas distintas pegadas con la palabra mal. Algo por el estilo. Siempre caía en esos juegos lingüísticos enredosos, enredados como un caldo de lombrices, siempre que se sentía acorralado y quería retomar el control de la partida.
Y luego, para complacerla, para recordarle aquella época casi olvidada por ambos en la que él le escribía un correo electrónico cada día. Improvisó un verso estúpido en el que hacia ripiar la palabra corazón con desazón. Luego se fue quedando callado, fueron dejándose callar, como se dejan caer los que se dejan caer, por un silencio espeso y espacioso que surcó la cafetería.
Ella cambió el tema y se fue por las ramas, como una hembra chimpancé huyendo del macho directo y erecto: que si la mesera, la clínica, la renta, la enfermera, la cena de año nuevo que acababa de pasar en compañía de sus padres y hermanas que habían hecho el largo viaje desde Francia una hermana y desde México el resto. La futura flamante ginecóloga —él piensa que le hubiera gustado ser el ginecólogo de ella— con flamante consultorio en Santa Fe, un marido a la medida, un buen lacayo y buenos autos.
—Tienes manos de ginecólogo —dijo ella tomándole una y acariciándole. —Pequeñas, regordetas y suavecitas.
Él miraba como si en la ceniza allá en el fondo de la taza vacía pudiera leerse una explicación que explicase el vacío acá en el fondo de su alma: esa cosa que somos sin serla y sin verla y con la que la psicología y las religiones del mundo nos engañan. Y de pronto en su mente visualizó la palabra fisting y dejó en paz las cenizas allá en el fondo de la taza vacía.
Él sabía que por mucho que ahora se esforzase no sería capaz de tejer líneas como aquellas que ella día a día esperaba y recibía, día a día en su buzón, como píldoras; pero esa otra época, en el mismo instante en que ella hablaba y el fingía que escuchaba, se moría.

—Usted es doctora. Cúreme.
—Te quise mucho —se defendió ella, tratando de ocultar la sorpresa que sentía ante el rostro que en esas palabras se transformaba sólo en un rostro sin palabras, pero un rostro suplicante, inútilmente suplicante.
—Eso no me sirve.
—Señor, esas lesiones yo no se las puedo curar.
—Sí que puedes, pero ya no te gusto, te parece ahora que sólo soy un calvo con ocho muelas podridas y un triste futuro editorial —dijo pero se interrumpió como para conservar las formas.
—No seas patético. No digas eso, bien sabes que conmigo no funcionan tus trucos de Jedi. Y sí que me gustas, tío. Mucho.
—Estás más gorda pero te sienta bien, te ves más buena.
—Ya me lo habían dicho —dice ella salpicándole agua con un popote —Yo nunca hubiera pensado que algún día fueras flaco, te sienta bien pero te estás arrugando. ¿No habrás cogido un sida en tus andanzas autodestructivas?
—De todos modos —dice él como si nada, pero sus nudillos bajo la mesa dan tres golpecillos apenas audibles que ella siente porque tiene los codos apoyados —no importa. En realidad no vine a verte, vine a conocer España, a comprobar que existe y que no es un invento que forma a su vez parte de un complot para engañarnos y así mantenernos trabajando, porque estamos siempre pensando que algún día tendremos dinero para irnos a Europa.
—Dices eso porque te estás enamorando, como siempre. Eres tan previsible, tan transparente para mí, tan devoto… ni siquiera eres una presa interesante, eres como un huérfano, tan frágil que se antoja jugar un poco contigo; ensayar la crueldad. Todos somos crueles, todos nos odiamos a todos.
—Ya lo sabía.
—Sí, ya sé que lo sabías.

1 comentario:

fbf dijo...

Amigo mio, amigo sincero...
Está muy chingón esto. Me gusto mucho.
Saludos Carnal y feliz cumpleaños...Hoy aunque no lo sepas y aunque quien leea esto dirá que tal vez somos gay o algo parecido. Quiero decirte que ya tengo un regalito que te va a gustar...
Un poquillo de vanalidad para hacer más llevaderos los días de monotonía. Así que ya lo sabes, para cuando leas esto tal vez ya hayas disfrutado un poco de ese regalo que te ofrezco por que entiendo bien que no es vida estar así.
Un abrazo fuerte hermano.