sábado, agosto 09, 2008

In the west coast

Te han salido bien las cosas desde que resides en este lado del mundo,
no te culpo, yo hubiera hecho lo mismo en tu lugar,
o quizá no, quizá seguir aquí, entre las cenizas de una ciudad interminable,
recordando lo que la vida pudo ser.
En la oficina,
en el camión,
en la desoladora compañía de las mujeres
en el supermercado,
en el invierno frío de los trópicos elevados,
en los edificios elegantes bebiendo tragos de a dólar,
jugando cartas in Vegas,
entre las piernas de una prostituta de cien dólares en Acapulco,
en todos los sitios que conozco,
en los que jamás conoceré,
en el anochecer,
al mediodía,
en la ducha,
durante el insomnio,
durante el sueño,
en ayunas,
siempre ella,
su rostro revuelto con sus piernas,
con su vagina prodigiosa con su boca y mi escroto.
Un hermoso tractum rectal dilatado suavemente por mi lengua primero y después
de un buen golpe abierto,
violentado por mi verga.
No.
Un heroico tratado recital suavemente por mi lengua primera contado y después…
Eran casi todos recuerdos sexuales.
Pornografia,
memoria de imágenes apenas vinculadas con alguna sensación real.
Un espejismo, una sed constante.
Lo más importante de tener una mujer hermosa está estrechamente vinculado con la imagen que tienen los otros de nosotros,
lo dice en algún lugar Kundera
y es verdad.

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